octubre 05, 2009

Grafología: el tarot de la escritura

Carlos Quintana


La grafología es una de las pseudociencias que en Mar del Plata se presenta recurrente para insertarse institucionalmente y formar parte de ámbitos médicos y jurídicos de decisión. Es decir, es una impostura que pretende ser una disciplina psicológica y, como tal, hacer recomendaciones a los jueces para que tomen decisiones acerca de quién es culpable y quién inocente.

¿Qué dicen los grafólogos que es la grafología?

También llamada psicografología esta práctica se presenta como una disciplina que puede determinar la personalidad a través del estudio gráfico de la escritura. En síntesis, según los grafólogos:

- la grafología es una ciencia
- determina los aspectos más importantes del carácter e inteligencia
- es un estudio profundo y certero
- determina aspectos intrínsecos de la personalidad


Le sugiero que visite este sitio y lea atentamente TOOOOODO lo que la grafología resuelve.

Sin embargo la grafología no es una ciencia porque:

1- Nunca pudo demostrar que la escritura es una vía para conocer la personalidad.
2- Nunca pudo demostrar que existe una relación entre la escritura y la psiquis.
3- No tiene protocolos de investigación de sus afirmaciones
4- Carece de objeto de estudio.

Los grafólogos dicen que la grafología es psicología, pero ¿qué dicen los psicólogos (de verdad) acerca de la grafología?

Hace unos años los grafólogos intentaron que sus cursos de adivinación a través de la escritura tengan reconocimiento de la Provincia de Buenos Aires, es decir que sus títulos sean oficiales. Las autoridades de educación de la provincia le preguntaron, obviamente, a los psicólogos.
La respuesta por parte de profesionales de la psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata demuestra que la grafología es una falsa ciencia.
La conclusión de ese informe expresa que:

Nunca ha sido demostrado que exista probabilidad estadística significativa de que una persona entrenada o con experiencia como grafólogo forense esté más capacitada para identificar al autor de una escritura o dibujo, o para inferir características de personalidad con mayor certeza que una persona que no tiene ningún tipo de experiencia o entrenamiento. De hecho, los estudios científicos indican que la experiencia relativa, las certificaciones, los títulos o el tiempo destinado a trabajar en el análisis de la escritura o los dibujos no tienen ninguna correlación estadística con la precisión de los resultados de sus pruebas.” Dr. Sebastián Urquijo, Lic. M. Cristina Di Doménico.

Mientras que la British Columbia Civil Liberties Association en un informe titulado "The Use of Graphology as a Tool for Employee Hiring and Evaluation", concluye que:

Por lo general, en estudios correctamente controlados o estudios ciegos en los que no se incluye informaciones adicionales de un sujeto para establecer predicciones, los grafólogos no tienen la menor chance de predecir rasgos de personalidad.”

La grafología también se presenta como una disciplina adivinatoria similar al tarot o a la astrología, ya que podría profetizar el comportamiento de las personas en el futuro. Esta supuesta cualidad es empleada en evaluaciones de las empresas al momento de contratar personal. A este respecto un informe oficial de The British Columbia Civil Liberties Association demuestra que la evaluación de la aptitud laboral a través de esta falsa técnica es discriminatoria. Es decir, no se puede emitir opinión de la capacidad de una persona a través de un método que no tiene relación con la habilidad a evaluar.


Todos los pseudocientíficos tienen estrategias de distracción para confundir a los crédulos haciéndose pasar por verdaderos científicos. Los grafólogos aprovechan una verdadera técnica, la pericia caligráfica, para confundirse en el ámbito del derecho.
Una variante perversa de la grafología es la grafoterapia, se trata de un delirio cuasi místico que afirma que se puede detectar una dolencia física o un desorden psicológico a través de la escritura y, luego, recetar ejercicios para cambiar la escritura y así curar la dolencia. A ver si soy claro, si dibujás el palito de la T de modo “patológico” el grafólogo te receta practicar la T hasta que te salga derecha y te curás. Así de bruto pero, claro, los grafólogos lo dicen serio y con léxico robado de la psicología. No hay pruebas de ningún tipo que demuestra que con la escritura se puedan diagnosticar enfermedades, pero si existieran, su “método de curación” es tan absurdo como curar un hueso roto componiendo la radiografía.

Siendo que esto se trata de un gran engaño con pretensiones científicas:

¿Qué haría usted si no lo contratan en un trabajo por el informe grafológico?
¿Qué haría usted si, siendo inocente, lo condenan por un informe grafológico?
¿Y si alguien culpable es considerado inocente?

Los grafólogos insisten en la verosimilitud de su farsa. Pues sería muy fácil demostrarlo en un experimento simple coordinado por profesionales (de verdad) de la psicología y expertos en diseño experimental:
1- un grupo de personas con características previamente determinadas de lo que los grafólogos dicen que adivinan.
2- un grupo de grafólogos analizando su escritura.
3- al comparar los resultados su nivel de acierto debería ser estadísticamente superior al azar.
Si bien un resultado positivo sólo tendría valor heurístico, al menos sería un paso para creer en la magia de la grafología.
Sin ser grafólogo hago una predicción ¿a que no se animan?
Todos los intentos objetivos para poner a prueba a la grafología (es decir para saber si al menos funciona) fueron negativos.


Sin embargo la grafología tiene algunos aciertos al 100%, cuando analiza la escritura de ¡personas conocidas! como políticos, criminales codenados o personajes históricos. Como la astrología, que adivina lo pasado, la grafología diagnostica lo diagnosticado.
¿Realmente creyó que analizando su letra pueden diagnosticarle su personalidad o una patología y, además, curarla?

Bibliografía

Tallent, N (1958). «On Individualizing the Psychologists's Clinical Evaluation» Journal of Clinical Psychology. Vol. 14. pp. 243–244
Para conocer cómo actúan los grafólogos vea este caso de Mar del Plata
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