julio 15, 2010

Dios perdió la guerra

Carlos Quintana




En Argentina se acaba de aprobar, en ambas cámaras legislativas, una ley que modifica el código civil. El artículo en cuestión se modificó mínimamente, apenas unas palabras: se cambió "hombre y mujer" por "contrayentes". Se trata de la ley de matrimonio y ese cambio de palabras permite que puedan casarse todas las parejas, sean heterosexuales, homosexuales, albañiles, electricistas, de izquierda, de derecha, racionalistas, supersticiosos, o lo que fuera.

El cardenal argentino, Jorge Bergoglio, pocos días atrás había dicho que había que oponerse porque este tema es "Una guerra de Dios contra los homosexuales" agregando que "no se trata de una simple cuestión política sino de la pretensión de destruir el plan de Dios", atribuida a "una 'movida' del Padre de la Mentira".


Otra vez, como desde hace miles de años, las autoridades de las religiones usaron a sus amigos imaginarios para discriminar, amenazar y agredir de modo violento a la población que no se arrodilla genuflexa frente a su autoridad divina.
La iglesias evangélicas también tomaron la posta de Bergoglio para imponer su pensamiento a todos los que no piensan como ellos.
En el largo debate se manifestaron tres posiciones claramente contrastantes.

1- Quienes no se atrevieron a emitir opinión.
Posiblemente por miedo de perder votos de alguna parcialidad.

2- Quienes se opusieron que los homosexuales puedan casarse.
La ley agentina no contemplaba el matrimonio entre personas del mismo sexo, era una omisión. Los que apoyaban esta opción, ahora, pretendían negar un derecho, ya no omitirlo sino prohibirlo. Sus máximos exponentes fueron dos legisladoras íntimamente vinculadas con las religiones, la diputada Cynthia Hotton (evangelista) y la senadora Liliana Negre (Opus Dei).
Tanto los legisladores que pretendían negar un derecho a parte de la población, como los religiosos, tuvieron argumentos racistas, irracionales y arteros.
La diputada Hotton planteó que si se aprobaba el casamiento de homosexuales luego seguiría el de animales. La senadora Negre hizo una contra propuesta en la que prohibía el matrimonio entre personas del mismo sexo, les negaba la posibilidad de procrear e incorporaba la objeción de conciencia de los empleados públicos para excusarse de atender homosexuales. Esta propuesta fue contestada, acertadamente, por el senador Pichetto diciendo que se trata de una medida “próxima a la Alemania nazi”.
La irracionalidad de la senadora del Opus Dei llegó al extremo de creer que legislando se materializa lo legislado, dijo que si se aprueba esta ley "a partir de ahora no hay una sola sexualidad, tendremos que enseñarles a nuestros niños que existen homosexuales, lesbianas y bisexuales". Lo cual es curioso porque la senadora del Opus Dei se opuso a la enseñanza de la educación sexual en las escuelas.

3- Quienes apoyaron que los homosexuales puedan casarse.
Fueron la mayoría de los legisladores y de la sociedad en general. Los argumentos fueron sólidos, claros, sin trampas. Todos los fundamentos apuntaban al respeto por las minorías, por la diversidad, acentuaban la diversidad de tipos de familias, usaban criterios racionales y acordes a las prácticas sociales actuales. Además, estas posturas hicieron énfasis en que se trata de una ley civil de un país laico donde lo religioso no tiene cabida. Esta idea la plasmaron, incluso, legisladores que se reconocían como religiosos.


Una síntesis más extensa de los discursos puede leerse en el blog De Legos a Logos de Daneel Olivaw. Las transcripciones de los discursos de los senadors en este link.

Muchos de los discursos de los congresistas que apoyaron el matrimonio igualitario me reconciliaron con la política, fueron brillantes, verdaderos intelectuales analizando a nuestra sociedad y recapitulando la historia del matrimonio civil en Argentina.
Un aspecto muy interesante, y que deberá ser debatido en profundidad en lo reciente, fue la necesidad de la total separación entre iglesia y Estado, y que el Estado Nacional deje de financiar a la religión católica. La intromisión de las religiones en este tema civil, que no afectaba en nada a las religiones, fue muy grotesca, agresiva y violenta. Esto generó mucha indignación por el atropello y rechazo, incluso, de los ciudadanos religiosos. Para legislar, los legisladores deben atender los principios planteados en la Constitución Nacional y no a los de la Biblia de Roma.
La jornada final de debate de esta ley fue en el Senado y se inició el 14 de Julio, el 15 en Argentina nos despertamos con un país con más igualdad, con más fraternidad y con más libertad.






3 comentarios:

Ambro (de Ambrosía) dijo...

Enhorabuena desde españa argentinos, muy buena noticia!!!!

Anónimo dijo...

"Un aspecto muy interesante, y que deberá ser debatido en profundidad en lo reciente, fue la necesidad de la total separación entre iglesia y Estado, y que el Estado Nacional deje de financiar a la religión católica."
Completamente de acuerdo. Cómo podemos hacer para que esto sea realidad?

Argamis dijo...

Anonimo del 9 de septiembre:
Para que sea posible, el primer paso a realizar es eliminar completamente el Segundo Artículo de la Constitución Nacional Argentina.
[Ya que nomas "modificarlo lo suficiente" como para que se cumpliese el objetivo de separar al Estado de la Iglesia, sería desvirtuar la razón de fondo por la que se creó en primerlugar (razón que ya no es válida en este país, en este siglo].

Recién cuando la C.N.A. tenga eliminado el artículo segundo (así como con alguna corrección menor en algún otro articulo que lo mencione), se podrá continuar modificando las constituciones provinciales, el código civil, leyes de todo tipo, tratados, acuerdos, etc, etc...

Ya que de intentar saltearse la necesidad de una Convención Constituyente permitiría todo tipo de maniobras legales que revertirían por "incostitucional" cualquier medida que se intentase al respecto.